La Revelación de Bahá'u'lláh afirma que el propósito de nuestras vidas es conocer a Dios y alcanzar Su presencia. Nuestra verdadera identidad es nuestra alma racional, cuya voluntad y poderes de comprensión nos permiten mejorarnos continuamente a nosotros mismos y a nuestra sociedad. El ser humano ha sido dotado con la capacidad única de reflejar los atributos divinos que están latentes en él, tales como el amor, la bondad, la amabilidad, la generosidad y la justicia.

En Sus Escritos, Bahá’u’lláh explica que cada persona tiene el potencial de reflejar los atributos divinos, pues sobre la realidad del ser humano, Dios “…ha concentrado el esplendor de todos Sus nombres y atributos y ha hecho de ella un espejo de Su propio Ser. De todas las cosas creadas sólo el ser humano ha sido distinguido con tan grande favor y tan perdurable generosidad”.

El cultivo de las cualidades espirituales en este mundo es inseparable del perfeccionamiento constante de nuestra conducta en la que nuestras acciones reflejan cada vez más la nobleza y la integridad con la que cada ser humano ha sido dotado. Tales cualidades espirituales no las adquirimos centrándonos en el yo, sino que las desarrollamos en el servicio a los demás.

De los Escritos Bahá’ís

“Considera una perla que brilla en virtud de su naturaleza inherente. Si se cubre de seda, su lustre y belleza quedan ocultos. De igual modo, la distinción del hombre se encuentra en la excelencia de su conducta y en hacer aquello que corresponde a su rango…”

“…el honor supremo del hombre y su felicidad real descansan en el respeto de sí mismo, en su longanimidad y nobleza de propósito, en la integridad y cualificación moral y en una conciencia inmaculada”. “Y el honor y distinción del individuo consisten en que, entre todas las multitudes del mundo, llegue a ser una fuente de bien social”.

“El mejoramiento del mundo puede ser logrado por medio de hechos puros y hermosos, por medio de una conducta loable y correcta”.

“…en la Causa Bahá’í…todo esfuerzo y dedicación realizados por una persona con todo su corazón, es adoración, si están inspirados en motivos elevados y el deseo de servir a la humanidad. Esto es adoración: servir a la humanidad y proveer las necesidades de las gentes. El servicio es oración”.

“…de acuerdo con las enseñanzas divinas, la adquisición de las ciencias y la perfección de las artes son considerados actos de adoración. Si un hombre emplea toda su capacidad en la adquisición de una ciencia o en la perfección de un arte, es como si hubiese adorado a Dios…Qué merced más grande que ésta, que la ciencia sea considerada como un acto de adoración y el arte como un servicio al Reino de Dios”.



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